¿Son estas solo figuras retóricas?
Resulta que el intestino (el sistema digestivo), tiene su propio sistema nervioso que a menudo se conoce como nuestro «segundo cerebro».
Este «segundo cerebro» se llama sistema nervioso entérico y la investigación revela que el mismo está en comunicación directa con el cerebro.
Ambos son sistemas de comunicación bidireccionales, de modo que, por ejemplo el patrón combinado de microbios en el intestino, puede afectar la respuesta al estrés, la respuesta inmune, el control hormonal de la digestión y la predisposición a diversas afecciones, como el Síndrome de intestino irritable, obesidad, diabetes, depresión y ansiedad. A su vez, el sistema nervioso entérico y probablemente el Sistema nervioso central puede afectar el patrón de bacterias, así como los procesos digestivos del intestino. Sin embargo, cada vez es más claro que esto es solo la punta del iceberg: el sistema nervioso entérico el sistema nervioso central y la microbiota, pueden interactuar para producir alteraciones en el funcionamiento en los sistemas: digestivo, neurológico, inmunológico y hormonal, y afectar la salud mental.
El eje hipotalámico-pituitario-adrenal es central en el control de la respuesta al estrés, y como lo demuestran las frases:
«mis intestinos estaban revueltos, duros» o «Vi el accidente y mi estómago se revolvió», estas frases muestran que el eje hipotalámico-pituitario-adrenal se ve afectado y tiene efectos sobre el sistema nervioso entérico (intestinal).
La respuesta al estrés, controlada en su mayor parte por el eje hipotalámico-pituitario-adrenal, puede verse directamente afectada por bacterias intestinales anormales en nuestra primera infancia.
La 👉👉 serotonina (5-HTP), un neurotransmisor a veces llamado «hormona de la felicidad», que mejora el estado de ánimo, la depresión y la ansiedad, y se encuentra en sus concentraciones más altas en el intestino. Un estudio reciente encontró que las bacterias en el intestino juegan un «papel crítico en la regulación de la serotonina».
El código genético de nuestras bacterias intestinales está implicado tanto en la ansiedad como en la depresión, trastornos en los que el 5-HTP (serotonina) puede jugar un papel crítico.
Una serie de observaciones implican alteraciones en la comunicación cerebro-intestino-microbioma en el síndrome del intestino irritable, la obesidad y varios trastornos psiquiátricos y neurológicos. La investigación continua promete identificar nuevas terapias, y desarrollar tratamientos para algunas de las enfermedades más debilitantes, costosas y poco conocidas.
El intestino, el cerebro y los genes microbianos se comunican entre sí, tanto
que si esta comunicación se rompe y se vuelve anormal, se producen
alteraciones en el aparato digestivo, neurológico y el sistema inmunitario.
La salud mental puede sufrir tanto como el sueño, y las reacciones al estrés.
¡Gracias por leernos!
Información extraída de: NNR
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